Depreciación del peso profundiza la crisis financiera en Argentina pese al respaldo estadounidense
En medio de un paquete de apoyo financiero acordado con Estados Unidos, que incluye un swap de 20.000 millones de dólares y un préstamo de similar monto, el peso argentino se devalúa casi un 25 % desde abril. La presión cambiaria y la fuga hacia el dólar registran un récord, y el plan económico del presidente Milei se ve amenazado a cinco días de las elecciones de medio término.

La economía argentina atraviesa una nueva turbulencia: el peso vuelve a perder valor frente al dólar y las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se ven presionadas, a pesar del respaldo financiero anunciado desde Estados Unidos. El acuerdo con Washington, que contempla un intercambio de monedas (“swap”) de 20 000 millones de dólares y un préstamo adicional de 20 000 millones, no ha logrado frenar la demanda de billetes verdes ni contener la depreciación de la moneda local.
El escenario es complejo: el Gobierno de Milei esperaba llegar al domingo de elecciones legislativas con señales de recuperación, pero lo que está ocurriendo en el mercado cambiario pone en duda esa hipótesis. Con una devaluación cercana al 25 % desde abril, cuando se levantaron las restricciones cambiarias (el llamado “cepo”), la confianza de los operadores se debilita.
A continuación, se examinan los principales factores que explican esta situación, sus efectos inmediatos y los posibles caminos que se abren para la economía argentina.
La ayuda estadounidense: alcance y limitaciones
El respaldo de Estados Unidos al gobierno de Milei tiene dos grandes piezas:
- Un acuerdo de intercambio de monedas (swap) por 20 000 millones de dólares, anunciado por el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, quien afirmó que “no es un rescate financiero” sino un “puente hacia un mejor futuro económico para Argentina”.
- Un préstamo de otros 20 000 millones de dólares a través de bancos privados como JPMorgan Chase, Bank of America, Goldman Sachs y Citigroup, que enfrentan dudas sobre la recuperación de los fondos.
Sin embargo, estas medidas no han logrado apaciguar al mercado. Por un lado, la percepción entre los operadores es que tras las elecciones legislativas el Gobierno modificará variables clave del plan económico, lo que alienta la compra de dólares como resguardo. Por otro, la intervención del BCRA para contener la cotización —vendiendo divisas— ha reducido las reservas en un contexto de alta fragilidad.
Por qué el peso sigue perdiendo valor
(1) Reforma cambiaria y fin del cepo
Desde abril, cuando el gobierno eliminó gran parte de las restricciones a la compra y venta de divisas (el “cepo”), el peso ha sufrido una devaluación de casi 25 %. La reapertura del mercado de divisas provocó una mayor movilidad de capitales hacia el dólar, elevando la presión sobre la moneda local.
(2) Elevada demanda de dólares como refugio
La incertidumbre política y económica acelera la demanda de dólares entre particulares y empresas. Los operadores opinan que una modificación —o pérdida de rumbo— del plan económico tras las elecciones podría agravar la crisis, lo que impulsa compras preventivas de billetes verdes.
(3) Intervención del BCRA y reservas limitadas
El BCRA intervino vendiendo 45,5 millones de dólares en una jornada para frenar la cotización mayorista, pero ya había cedido 1.110 millones de dólares en solo tres días a mediados de septiembre. La rapidez de ese drenaje evidencia la fragilidad del respaldo monetario.
(4) Falta de confianza en el plan económico
El gobierno de Milei apuesta a que la inflación desacelere mediante un ajuste fiscal y monetario, más una ancla cambiaria. Pero la realidad cambia: denuncias de corrupción, una reciente derrota en elecciones provinciales y expectativas que se ajustan a la baja en encuestas reducen la confianza del mercado.
Efectos inmediatos sobre la población y la economía real
La depreciación del peso tiene consecuencias tangibles en la vida cotidiana y la macroeconomía:
- Inflación y pérdida de poder adquisitivo: aunque una de las promesas del Gobierno era desacelerar la inflación, la devaluación del tipo de cambio tiende a presionar al alza los precios de bienes importados y los costos en general.
- Ahorros y fuga de capitales: la pérdida de valor de la moneda impulsa a ahorristas a dolarizarse o sacar moneda del país, lo que agrava la presión sobre el tipo de cambio.
- Empresas importadoras y exportadoras: las empresas que dependen de insumos importados enfrentan mayores costos, mientras que las exportadoras podrían beneficiarse si obtienen más pesos por dólar vendido, aunque el efecto se matiza por la incertidumbre.
- Expectativas electorales y políticas: la cercanía de las elecciones legislativas añade tensión: el Gobierno esperaba mostrar estabilidad cambiaria como ventaja electoral, y la caída del peso debilita esa narrativa.
Escenarios futuros: qué puede pasar después de las elecciones
Con el calendario electoral inmediato, tres escenarios se perfilan:
- Estabilidad mínima manteniendo el rumbo: si el Gobierno logra contener la demanda de dólares, mantener reservas y mostrar señales de control de la inflación, podría generar un aliciente para el mercado. Sin embargo, requiere disciplina fiscal, monetaria y credibilidad internacional.
- Cambio de rumbo o ajuste mayor: la percepción de que tras las elecciones habrá variaciones en el plan económico —ya sea endurecimiento del ajuste, nuevas reformas o cambios de gabinete— puede aumentar la volatilidad y alimentar más compras de dólares.
- Crisis extendida o descontrol del tipo de cambio: si la confianza sigue erosionándose, la depreciación del peso podría acelerarse, provocando fuga de capitales, mayor inflación y un círculo difícil de romper.
¿Por qué el respaldo de EE.UU. no fue suficiente?
Aunque el apoyo de Estados Unidos ha sido destacado, no bastó para calmar al mercado por varias razones:
- Tiempo y confianza: los mercados financieros exigen señales de credibilidad más allá de los anuncios. El hecho de que los bancos privados esperen garantías adicionales para el préstamo indica que aún hay dudas.
- Demanda de dólares estructural: la presión por dolarización y la necesidad de cobertura ante incertidumbre exceden el volumen del swap y préstamo anunciados.
- Contexto político-electoral: el respaldo de Estados Unidos se combinó con declaraciones del presidente Trump que apelaron a la “vida” de Argentina, pero que no necesariamente transmitieron certeza técnica al mercado.
- Reservas agotadas y credibilidad local disminuida: la venta de reservas del BCRA en días previos y la percepción de riesgo elevado limitan el efecto estabilizador del anuncio.
Recomendaciones y atención para el ciudadano común
Para los hogares y pequeñas empresas, el entorno exige tomar precauciones:
- Diversificar ahorros: mantener parte en moneda local, otra en dólares o activos que preserven valor puede ser prudente.
- Evitar endeudamiento en dólares si los ingresos están en pesos, dado el riesgo de devaluación.
- Seguir de cerca las elecciones legislativas: los resultados y la percepción post-electoral pueden provocar reacciones en el tipo de cambio.
- Controlar inflación personal: anticipar el impacto del tipo de cambio en precios y ajustar presupuesto ante posibles saltos en costos de importados.
La economía argentina vive un momento de fragilidad: aunque el Gobierno de Javier Milei cuenta con un respaldo internacional significativo, la depreciación del peso sigue en ascenso. Las causas son múltiples —fin del cepo, demanda de dólares, reservas en caída, falta de confianza— y los efectos impactan tanto en la macroeconomía como en la vida cotidiana. Las elecciones legislativas llegan como una prueba de fuego para el plan económico, y el escenario que se abra después definirá si se transita hacia la estabilidad o hacia una mayor turbulencia.
La pregunta ya no es solo cuán rápido cae el peso, sino cómo y cuándo se revertirá la espiral de pérdida de valor y qué condiciones se exigirán para restaurar la credibilidad. En ese sentido, la ruta es estrecha y el margen de error, reducido.



