El emprendimiento que busca capacitar a mujeres que desean trabajar desde casa
Las han conectado con unas 100 empresas a nivel global y ya suman unas 100.000 capacitaciones desde que nacieron. Han probado que "la maternidad y la carrera profesional no son excluyentes", dicen.

¿Conocen a personas que cuando se vuelven mamá o papá, dejan sus trabajos por dedicarse por completo a sus familias? O, por ejemplo, ¿casos como el de las mujeres que tras renunciar a sus empleos y dedicarse a sus hijos durante los primeros años, luego intentan volver al mercado laboral y se encuentran con más obtáculos que trampolines?
Pues esa fue la realidad que vió Daniel Conde y la razón por la cual emprendió con “Cámbiate a remoto”, el negocio con el que ya “capacitamos a mamás que dejaron en pausa sus profesiones por dedicarse a su familia” y lo hacen con “herramientas digitales”.
Lo que hacen, en concreto, es que “las actualizamos para que encuentren trabajo remoto, para que puedan volver a generar ingresos sin dejar a sus familias atrás. Más de 500.000 mujeres nos siguen en Instagram, YouTube y TikTok. Hemos capacitado a más de 50.000 en países como Colombia, México, Perú, Argentina, Chile, Venezuela, España y Estados Unidos» y “hemos conectado a mujeres con más de 100 empresas a nivel global”.
Por eso les enviamos nuestro cuestionario de 23 preguntas para emprendedores y sus emprendimientos y esto fue lo que nos contestó:
1. ¿Cuántos años tengo? ¿Qué estudié?
Tengo 34 años y soy Administrador de Empresas. Elegí esa carrera porque combina estrategia, finanzas, marketing y gestión de personas: los cuatro pilares que necesitaba para lanzar y sostener un negocio con impacto social. A lo largo de estos años he complementado mi formación con cursos cortos en educación online, growth marketing e inteligencia artificial, siempre con la idea de mantenerme al día y trasladar lo aprendido a mi comunidad.
2. ¿Cuál fue mi idea y cuándo nació? ¿Qué fue lo que creé?
En abril de 2022 fundé Cámbiate a remoto, una empresa dedicada a capacitar personas —especialmente mujeres y mamás— que desean trabajar desde casa. Creamos programas que les enseñan habilidades digitales (gestión de redes, soporte virtual, micro-tareas, IA generativa) y las acompañamos hasta que consiguen ingresos reales. La misión es doble: democratizar el acceso a trabajo remoto bien remunerado y demostrar que la maternidad y la carrera profesional no son excluyentes.
3. ¿Cómo logré hacerla realidad y llevarla a los hechos?
Comencé con un prototipo muy sencillo: talleres gratuitos en vivo vía Zoom donde validaba necesidades y recogía feedback. Con cada iteración ajustaba temario, modelo de soporte y precios. Probé distintos nichos —freelancers, recién graduados, jubilados— hasta que descubrí que las mamás eran las más comprometidas. Allí enfoqué toda la comunicación, lancé retos gratuitos de 3 días, abrí un canal de YouTube y, sobre todo, escuché obsesivamente a la audiencia para mejorar el producto de forma continua.
4. ¿De dónde saqué la plata para ponerla a andar y cómo la pagué?
Arranqué con mis propios ahorros: destinaba un porcentaje fijo de mi salario corporativo a pagar hosting, herramientas de email y pauta mínima en redes. Todo fue bootstrap: reinvertí cada peso de las primeras ventas en mejorar el curso y contratar freelancers por proyecto. Al no tener deuda ni inversionistas externos, mi única obligación era con los estudiantes, lo que me dio libertad para crecer a mi ritmo.
5. ¿Qué estoy logrando con mi emprendimiento? ¿Qué estoy cambiando con mi idea?
Hoy hemos capacitado gratuitamente a más de 100.000 mujeres en alfabetización digital y acompañado de forma intensiva a 1.200 mamás dentro de programas de acompañamiento pagos. Cada historia de éxito es un micro-cambio social: madres que ahora aportan al ingreso familiar, ganan confianza y sirven de modelo a sus hijos. Estamos demostrando que el talento femenino —aun sin “experiencia formal”— es valioso para el mercado global.
6. ¿Soy feliz?
Sí, porque la empresa tiene propósito. Ver a una estudiante facturar sus primeros dólares o decirme que pudo costear la educación de su hijo me recuerda por qué empecé. Además, emprender me ha forzado a equilibrar familia, salud y trabajo; ese balance aporta una felicidad más estable que cualquier pico financiero.
7. ¿Vendería mi emprendimiento, mi empresa?
No es mi plan. Concibo la compañía como un juego infinito (Simon Sinek): el objetivo es seguir jugando, no “ganar y salir”. Podría abrir nuevas líneas o alianzas, pero sin perder la esencia de impacto social.
8. ¿Qué tan duro fue para mí emprender?
Ha sido muy retador. Antes de este proyecto lancé otros que fracasaron —desde consultorías B2B hasta temas relacionados con el Metaverso—; la incertidumbre financiera y la fatiga mental casi me quiebran. Hubo meses en que debía elegir entre pagar herramientas o mi propio salario. Es un camino de prueba y error constante, y la “seguridad” corporativa nunca deja de parecer tentadora.
9. ¿Cumplí mi sueño? ¿Qué me hace falta?
Entendí que el sueño no se “cumple”, se vive. Cada meta alcanzada solo abre un nuevo nivel de reto e impacto. Lo que me hace falta es profundizar en métricas de aprendizaje adaptativo con IA para personalizar aún más la formación y multiplicar el resultado en menos tiempo.
10. ¿Y ahora qué? ¿Qué sigue?
Escalar nuestro impacto: certificaciones en micro-habilidades, rutas de aprendizaje gamificadas y un marketplace interno donde empresas encuentren a nuestras graduadas. Queremos pasar de transformar miles de vidas a millones.
11. ¿Mi emprendimiento es escalable?
Totalmente. Al tratarse de contenidos digitales, comunidad online y procesos automatizados, los costos marginales de atender a un nuevo estudiante son muy bajos. La clave es robustecer la tecnología y el equipo de soporte sin perder la cercanía con la comunidad.
12. Para crecer, ¿recibiría inversión de un desconocido? ¿Le cedería parte de mi empresa?
Hoy no lo veo necesario: en este momento logramos autofinanciar nuestro crecimiento con utilidades. Sin embargo, no cierro la puerta a alianzas estratégicas que aporten know-how o acceso a un mercado al que tardaríamos años en llegar solos, siempre que respeten la misión y cultura.
13. ¿Qué no volvería a hacer?
Firmar sociedades sin el due diligence debidamente exhaustivo. En el pasado me asocié por entusiasmo y afinidad personal; ahora chequeo valores, roles, salida de socios y propiedad intelectual con abogados antes de dar el sí.
14. ¿Quién me inspiró? ¿A quién me gustaría seguir?
Alex Hormozi: claridad brutal en oferta de valor y obsesión por el cliente.
Ali Abdaal: pedagogía simple y sistemas de productividad.
Gary Vee: cultura de generosidad: da, da, da… y luego vende.
Los tomo como referentes para crear contenido de alto valor, obsesionarme por el usuario y escalar sin perder ‘genuinidad’.
15. ¿Fracasé en algún momento? ¿Pensé en tirar la toalla?
Sí, más de una vez. Cuando un lanzamiento no alcanzó el punto de equilibrio pensé cerrar. Lo que me sostuvo fue la retroalimentación de estudiantes que ya estaban generando ingresos: su éxito me recordaba que la propuesta funcionaba, solo había que ajustar la ejecución.
16. ¿Hago parte de algún tipo de comunidad que me ayuda en este camino de emprender?
Pertenezco a masterminds de infoemprendedores latinos, donde compartimos métricas de lanzamientos y lecciones aprendidas. También a un pequeño grupo de coaches que se reúnen cada mes para accountability y soporte emocional. Ese “consejo de pares” ha sido decisivo para iterar rápido y no sentirme solo.
17. ¿Lo que estoy haciendo trasciende? ¿Podrá impactar a nuevas generaciones?
Cada mamá que empoderamos impacta a su familia inmediata y siembra en sus hijos la idea de que el mundo digital es una oportunidad, no una amenaza. Ese efecto dominó —mejor educación, ingresos y autoestima— puede transformar comunidades enteras a largo plazo.
18. ¿Cómo me veo en 10 años y cómo veo a futuro mi emprendimiento, mi empresa?
Me visualizo liderando un ecosistema de productos digitales: cursos, membresías, certificaciones y eventos presenciales para madres hispanas alrededor del mundo. Quiero que la empresa sea referente de equilibrio familia-carrera y un caso de estudio en emprendimiento con propósito.
19. ¿Qué papel han jugado mi familia y mis amigos?
Mi familia ha sido mi red de seguridad emocional y, en momentos críticos, financiera. Mis amigos emprendedores proporcionan perspectiva: con ellos celebro victorias y digiero fracasos. Sin este sistema de apoyo habría sido mucho más difícil mantenerse firme en las caídas.
20. Yo lo logré. ¿Ayudaría a otros emprendedores a que lo logren?
Claro. Ya doy mentorías a infoproductores en etapas tempranas, acortándoles la curva de prueba-error y fomentando buenas prácticas éticas en marketing digital. Mi meta es poder ayudar a que otros vean en la creación de empresas con enfoque social un propósito de vida que no sacrifique prosperidad financiera, sino que incluso la potencie.
21. ¿Qué papel jugó mi equipo? ¿Quién es?
Somos 9 personas. Destaca Cristián, director de operaciones, quien traduce la estrategia en SOPs medibles y lidera al equipo día a día. Contamos con tutoras, marketing, soporte técnico y community managers. Su compromiso permite que yo enfoque mi energía en visión, alianzas y contenido. Nos guiamos por KPIs y un mantra: “Impacto primero, ingresos después”.
22. ¿Cuál es mi sello personal? ¿Qué me diferencia del resto?
Vivo obsesionado con la meta de impactar un millón de vidas. Comunico esa misión con tanta claridad que el equipo y la comunidad la adoptan como propia. Para mí el dinero es combustible; el verdadero fin es la transformación social.
23. ¿Qué he aprendido de todo esto?
Emprender es más difícil de lo que imaginé, pero no imposible si se itera rápido.
- El camino importa tanto como la meta: celebrar avances evita el agotamiento.
- Dormir y cuidar la salud no son lujos; son multiplicadores de productividad.
- El equilibrio vida-trabajo-propósito evita que el éxito financiero se sienta vacío.
- Prefiero negocios escalables, con estructuras livianas y empleados bien pagados.
- La felicidad viene de adentro, pero el dinero compra tiempo, y eso abre espacios para lo que realmente nos nutre.