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En Brasil prevén una corrección cambiaria después del balotaje

En el vecino país, y principal socio comercial del Mercosur, siguen con suma atención el desenlace electoral criollo. Tienen las mismas incertidumbres que los argentinos. Pero creen que cualquiera sea el resultado el domingo se ajustará el tipo de cambio oficial en forma significativa antes de fin de año.

Si a alguien le interesa el futuro nivel del tipo de cambio oficial además, obviamente, de los ciudadanos argentinos, es a los empresarios y banqueros brasileños. Por eso hubo mucha avidez en San Pablo y en Brasilia por conocer los recientes pronósticos de los economistas de los dos principales bancos privados brasileños sobre la economía argentina, en particular, sobre el valor del dólar oficial. Al respecto, los equipos de research de los bancos Itaú BBA y Bradesco (el primero y el tercero más grande del sistema financiero brasileño), reconocidos en Wall Street por su profundo conocimiento del caso argentino, recalcularon los escenarios tras los resultados de las elecciones generales, proyectando para fin de año un dólar oficial piso de $500, lo que implicaría una devaluación esperada del 40%, un dato no menor para el gobierno de Lula da Silva.

Según el diagnóstico de los expertos de ambos bancos, reina una creciente incertidumbre que va más allá de las elecciones y que con el balotaje en el horizonte ya comenzó la cuenta regresiva del ajuste fiscal. Andrés Pérez y Diego Ciongo del Itaú consideran que dado que se han intensificado los desequilibrios de la economía y aumentado las incertidumbres relacionadas con las decisiones del actual gobierno, “esperamos una fuerte depreciación de la moneda después de la segunda vuelta con un tipo de cambio oficial de $670 por dólar para fines del 2023 (devaluación del 88%), una inflación del 200% anual y una tasa de interés de política monetaria de referencia del 145% anual”.

Claro que todo esto viene en medio de una inflación galopante y una ampliación de la brecha cambiaria, señalan los economistas del Itaú, que hizo que el banco central, antes de las elecciones, congelara el tipo de cambio oficial en $350 hasta mediados de noviembre e implementara un nuevo tipo de cambio especial para los exportadores con la esperanza de aumentar las reservas internacionales y reducir la brecha.Por su parte, la gente de Bradesco cree que el piso para el tipo de cambio oficial después de una devaluación es de al menos de $500. Esto lo vinculan con el tipo de cambio promocional percibido por los exportadores que el gobierno implementó en octubre de aproximadamente $506, al permitirles liquidar el 30% de las ventas externas a través del mercado CCL ($870) y el resto al oficial ($350).

“Si el objetivo del gobierno es maximizar los ingresos de divisas que pasan a través de las reservas internacionales, sería lógico que esta tasa percibida por los exportadores señale un piso para el precio de la moneda”, explica el economista del Bradesco Constantin Jancsó del equipo de Fernando Barbosa. Pero alertan que el riesgo asociado con la devaluación es una mayor aceleración de la inflación. Y señalan que: “esto dependerá del comportamiento del tipo de cambio en otros mercados, como el blue e incluso el CCL, dada la importancia de estos mercados para anclar las expectativas de precios; pero esto, a su vez, también depende de expectativas más amplias sobre el futuro de la política económica”.

En este sentido, “los riesgos de aceleración inflacionaria parecen mayores si una posible devaluación se implementa de forma aislada y sin otras medidas de ajuste económico (como ocurrió con la devaluación de agosto)”. Reconocen que la incertidumbre seguirá siendo alta, no sólo porque no saben quién ganará sino también porque desconocen las posibles opciones de política económica del candidato victorioso. Sin embargo, como las políticas fiscal y monetaria de los últimos años, la represión financiera y las intervenciones regulatorias han producido desequilibrios económicos, consideran poco probable la mera continuación de la política económica, cualquiera que sea el candidato que gane.

Para el Bradesco el principal riesgo poselectoral sigue siendo que un intento de devaluación acompañado de ajustes insuficientes para restaurar al menos parte de la credibilidad de la política acelere aún más la espiral inflacionaria. También hacen foco en la composición del Congreso definida en las elecciones que deja claro que será necesaria una coordinación parlamentaria importante, por lo que han aumentado las expectativas de que Argentina buscará implementar un programa de estabilización tradicional, que incluya un esfuerzo fiscal (negociado con el FMI), normalizar el régimen cambiario y reconstruir las reservas, privatizaciones, etc. “Esta sería la mejor explicación para la apreciación del peso en el mercado paralelo desde las elecciones”, señalan.

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