Sin ser del campo, arrancó con 400 gramos de un (delicioso) cultivo no tradicional y hoy emplea a 23 familias: “Queremos expandir la plantación», destacan en Alcaparras Argentinas
Crearon una nueva variedad de plantas de alcaparras en Santiago del Estero y quieren expandir la producción a San Juan

«Mi mujer me permite tener dos amores: los niños y las alcaparras«, dice entre risas Ángel Rico, médico pediatra y apasionado de este fruto que conoció allá por 1992. Hoy, con 72 años, ya está alejado de la empresa Alcaparras Argentinas, pero sigue acompañando.
Alcaparras Argentinas, desde Santiago del Estero
La empresa de alcaparras que montaron desde cero está ubicada en La Banda, al norte de la provincia de Santiago del Estero, y ya está a cargo de su hijo Pablo Rico.
En diálogo con Agrofy News, Ángel Rico cuenta las bondades de este cultivo no tradicional y sus ojos se iluminan.

“Las alcaparras no solo se pueden usar en la gastronomía, como los típicos botones florales que usamos para ponerle al vitel toné o en otras preparaciones, sino que también se utilizan las hojas, que encurtidas, quedan muy ricas en ensalada» , explicó.
Además, aclaró que se pueden realizar cosméticos como cremas con células madres ya que poseen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que proporcionan humedad e hidratación a la piel. De esta forma, la vitamina E y sus antioxidantes actúan como calmante y alivian posibles trastornos como la irritación, erupciones, acné o inflamaciones.

Un emprendedor visionario
Rico nació en Tucumán, en 1952, donde se crió y se recibió de Médico en la Universidad de esa provincia. Luego, obtuvo una beca para estudiar la especialidad de pediatría en Buenos Aires. Allí, en el Hospital Posadas, conoció a quien hoy es su mujer, Silvia Gallo, también pediatra y neonatóloga. Juntos se mudaron a La Banda, Santiago del Estero. Tuvieron tres hijos y durante años ejercieron su profesión.
Pero en 1992 todo cambió. “El papá de Silvia le dejó como herencia unas 45 hectáreas de tierras salinizadas, agotadas por el monocultivo del algodón, y comenzamos a pensar un producto que se pudiera producir allí. Mientras todos nos decían ‘¡Vendan ese campo!’, nosotros hicimos una lista, buscamos y buscamos, y un día me topé con un articulito que hablaba de las alcaparras, un fruto adaptable a cualquier tipo de clima y suelo. Y así comenzó nuestra historia: desde cero porque no sabíamos absolutamente nada”, explica.

Después de muchos trámites logró conseguir 200 gramos de la variedad Tondino y 200 gramos de la variedad Espinosa. Así, con la ayuda de los profesionales de la Universidad de Palermo lograron hacer germinar 150 plantas de cada variedad. Ese fue el comienzo de lo que hoy es la empresa Alcaparras Argentinas.

Tres décadas de esfuerzo y pasión
Pablo, CEO de la firma, estudió Licenciatura en Comercio Exterior en la Universidad de Córdoba, y ni bien se recibió, en el 2008, volvió a Santiago para “dar una mano en el proyecto familiar». “Poco a poco fuimos profesionalizando la empresa. Teníamos un laboratorio pequeño de clonación de plantas in vitro, y comenzamos a transformarlo en un laboratorio más grande y más tecnológico», explica el licenciado de 41 años.

Pero en 2019 debieron enfrentar un ciclón que los sacudió por completo: un tornado destruyó el laboratorio, la sala de envasado y todos los invernaderos. Debieron comenzar desde cero.»Pablo puso corazón, alma y vida, y logró rehacer lo que el viento se llevó», recuerda con orgullo su padre. “Entre todos, pudimos rearmar pura y exclusivamente un laboratorio de biotecnología vegetal» , explica Pablo.

El esfuerzo que llevó más de una década
Luego de 12 años, Ángel Rico y su equipo lograron desarrollar su propia variedad mediante un proceso de selección natural: la planta AR1 (Alta Resistencia Uno) que fue registrada y patentada en el INASE.

Es única en el mundo por sus atributos y ventajas por su mayor producción, no tener espinas, ser más arbustivas (lo que permite una mayor y mejor distribución por hectárea), tener un rápido crecimiento, no tener plagas, contar con una alta resistencia al estrés hídrico, y una gran ampliación del rango térmico (de -12º C. a 55º C). “Esta genética es la que nos terminó de posicionar a nivel mundial«, explica.
“El cultivo de las alcaparras AR1 se adapta a diferentes tipos de climas y suelos, no necesita grandes superficies ya que se trata de un cultivo intensivo, hasta 3300 plantas por hectárea y tampoco requiere de maquinarias especiales. El producto que se obtiene, botones florales conocidos como alcaparras, una vez colocados en un líquido de cobertura (encurtido) es no perecedero, puede comercializarse a granel y/o fraccionado», describen en la empresa. Además, la variedad que desarrollaron no tiene espinas.
Una planta adulta, a partir del 4to año, puede producir entre 10 y 15 kgs por planta por temporada (la misma se extiende durante todos los meses de calor), obteniendo así un rendimiento mínimo por hectárea de 25.000 kgs, haciendo de este un cultivo altamente rentable en pequeñas superficies.

A nivel comercial, según detalló, es una gran oportunidad para la Argentina, no solo para el mercado interno, sino también para el mercado externo. La demanda crece cada día pero no solo en nuestro país: la firma logró exportar plantas AR1 a India, República Dominicana, Perú, México, Sudáfrica, España, Chile, entre otros.

Hoy en Alcaparras Argentinas trabajan 23 familias santiagueñas de la zona y van por más. “Queremos expandir la plantación a la provincia de San Juan con otros productores que están en la zona con el objetivo de seguir creciendo para poder abastecer pedidos bastantes grandes de Estados Unidos y de España», concluyó.

Encurtidas con vinagre, solas con sal, como alcaparrones, acompañamiento, este fruto gana terreno. Hace más de tres décadas Rico fue un visionario y quizá alguno de los que le aconsejaba vender aquél pequeño campo esté probando algunas de sus alcaparras.




