Latinoamérica

Venezuela, el país en el que una inflación de 193% puede ser una buena noticia

La escalada de precios aún es la más alta del mundo, pero registra un fuerte descenso ante el 305% de 2022. Los expertos apuntan a una tendencia a la baja

El índice de precios al consumidor en Venezuela se quedó finalmente en un 193% durante 2023, un poco más baja de lo previsto, de acuerdo a las cifras ofrecidas por el Observatorio Venezolano de Finanzas. El índice inflacionario de diciembre (3,9%) y de noviembre (1.9%) suponen los más bajos que registra la economía venezolana en muchos meses, después de un prolongado periodo hiperinflacionario que el Gobierno de Nicolás Maduro nunca ha reconocido.

Los datos de los meses recientes sugieren que el crecimiento de los precios ha perdido empuje. El promedio anual de inflación de 2023 sigue siendo el más alto del mundo, pero todo indica, de acuerdo con los expertos, que se aproximan cotas más moderadas, acompañadas de cierta expansión económica. Incluso otros países como Líbano o Argentina van camino de superar a Venezuela, que durante años se mantuvo en primera posición y llegó a tener inflaciones anuales de varios miles por ciento. Henkel García, especialista en finanzas y director de la firma Albusdata, prevé que la inflación de 2024 ya será solo de dos dígitos, un hito para la maltrecha economía del país de los últimos años.

Las cifras del OVF -un monitor especializado que analiza el comportamiento de la economía nacional, tratando de llenar el vacío informativo oficial- indican que el mes más crítico de 2023 fue enero, con un 39,4%; seguido de febrero, con 15,4. La tendencia tiende a ser descendente, salvo un pico alto en agosto, con registros ya significativamente bajos en el último trimestre. “Aunque sigue siendo muy alta, es el quinto año seguido de descenso de los precios en el país”, dice el informe de la OVF, que en 2022 ubicó la inflación en el 305%.

“El comportamiento de la economía venezolana fue en general un poco menos traumático en 2023″, afirma el economista y consultor Antonio Paiva, quien atribuye a la dolarización parte de la responsabilidad en la desaceleración de los precios. “La gente le huye a los bolívares, todo el mundo desea la posibilidad de ganar en dólares, busca la conversión inmediata para salir de la moneda local cuanto antes. Ha mejorado notablemente el abastecimiento, hay enormes inversiones en el sector comercial, pero sigue habiendo graves problemas para el ciudadano promedio; el deterioro del salario es alarmante y los servicios públicos colapsaron”. Ha ayudado también la estabilidad en la producción petrolera que ha generado la licencia de Chevron.

Durante las primeras siete décadas del siglo XX, con tasas intermensuales de un dígito y alto crecimiento económico, los venezolanos no supieron en realidad qué era la inflación. El deterioro comenzó a hacerse evidente hacia los años 90, conforme se agrietaba la democracia entre escándalos de corrupción y erradas políticas públicas. En 1996, una grave crisis financiera de la banca privada produjo un promedio mensual de inflación de más del 100%, hasta entonces, y por mucho tiempo, el más alto que había vivido el país en toda su historia.

La muerte de Hugo Chávez, en 2013, y la llegada al poder de un inexperto y radicalizado Nicolás Maduro, sirvieron la escena a una tormenta económica de dimensiones históricas. La crisis acabó con el salario y las garantías sociales del país en un marco sistémico de corrupción, un control draconiano sobre las empresas privadas, aumentos salariales anarquizados, una agresiva política de nacionalizaciones, un cuestionamiento permanente a la legitimidad de la propiedad privada y un control cambios mantenido que produjo la quiebra de Petróleos de Venezuela y un desbalance monetario y fiscal tan extremo, que de 2014 a 2018 todavía no hay acuerdo entre los economistas sobre la cantidad de ceros que cada ano llegó a acumular el incremento de los precios.

Concretada la quiebra total de la economía, hacia 2019, el Gobierno chavista de Maduro emprendió un silencio y progresivo regreso a los dominios de la economía de mercado para estabilizar al país. Fueron admitidos y despenalizados los dólares; cesó el discurso conflictivo contra los capitales; dejo de responsabilizarse a “la burguesía” del aumento de los precios, y se desarrolló una estrategia antinflacionaria clásica, con mucho criterio a la hora de aumentar salarios, de la mano de un grupo de asesores ecuatorianos que trabaja cerca de la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez.

“La inflación ha cedido a partir de un ajuste económico no decretado que ha tenido un efecto devastador”, comenta Leonardo Vera, profesor de la Universidad Central de Venezuela y miembro de la Academia Venezolana de Economía. “Los tres pilares de su desaceleración han sido el congelamiento salarial; el encaje legal que ha cercenado el crédito bancario; y el intento de anclar el tipo de cambio, que ha abaratado las importaciones y encarece los productos nacionales.” Como Paiva, Leonardo Vera opina que la dolarización ha tenido un efecto clave sobre el incremento de los precios.

Luego de pasar años sin publicar nada sobre el estado de la economía en plena crisis de abastecimiento y aumento de precios, el Banco Central de Venezuela -hasta la llegada del chavismo al poder, una institución respetada por su precisión y ecuanimidad- ha comenzado a publicar, de forma selectiva y filtrada, algunas informaciones sobre la situación de las finanzas de la nación.

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