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Carbono: el nuevo tesoro de la agricultura

La producción agrícola actual tiene un nuevo gran protagonista: el carbono. Según los expertos, este elemento químico se volvió fundamental para cuidar la salud de los suelos, especialmente lo que refiere a su estructura, la retención de nutrientes y la disponibilidad de agua.

La medición de las entradas de carbono es un proceso que hoy resulta indispensable para poder evaluar y comprender la magnitud de su impacto ambiental.

En el caso del Reporte de Carbono, sus datos no solo son útiles para ajustar las prácticas agrícolas, sino también para calcular el balance de carbono general al momento de reportar un siniestro. 

Al poder medir la cantidad de carbono que los cultivos aportan al suelo, se pueden tomar mejores decisiones acordes a una agricultura más sostenible y responsable con el entorno. Se trata de un valor económico, pero también ambiental. 

La labranza cero y la rotación de cultivos son estrategias efectivas para mejorar la salud del suelo y aumentar el contenido de carbono. Diversificar las plantaciones contribuye a un mejor equilibrio de nutrientes y una mayor acumulación de materia orgánica. 

Mantener coberturas vegetales como cultivos de cobertura o vegetación natural, protege el suelo de la erosión y fomenta la acumulación de carbono. También favorece un correcto balance de nutrientes en el suelo. La aplicación de efluentes y la incorporación de rastrojos en el suelo son prácticas que aumentan el contenido de carbono y mejoran la estructura del suelo.

El uso correcto de fertilizantes puede contribuir a ello. Mantener áreas de vegetación nativa y promover la biodiversidad en su explotación agrícola puede contribuir a un ecosistema más saludable y a la acumulación de carbono.

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