La Economía y la Ética


En todos los órdenes de la vida, las leyes y normas son para guiar y establecer la conducta debida. Si se viola el cuidado y la práctica de la ley, el doble mensaje se instala y también la “doble moral” además de una neurosis difícil de combatir, es decir que somos pero no estamos …. estamos pero no somos. Vaciar un banco y fugarse, o desviar los dineros a las Bahamas o a Suiza es apenas la consecuencia material. Corrupción es ser y no ser a la vez, es concebir a las leyes como un decorado y actuar detrás de él, es jugar con la existencia y la dignidad de los seres humanos.
En esta línea, deseo memorar con usted este monólogo de Shakespeare en su “Romeo y Julieta” que nos ubicará mejor aún en el tema: “Llevamos dentro de nosotros dos potencias enemigas: la gracia que viene de Dios y la voluntad que proviene de nosotros. Cuando la potencia grosera nos domina, la muerte del alma nos devora, la flor se marchita …. y desaparece”.
A sus vez, Mario Bunge cuando habla de la democracia y de la libertad, sugiere: “La democracia auténtica es participativa y no hay participación competente en el manejo de la cosa pública a menos que los ciudadanos tengan cerebros bien desarrollados. Para que el pueblo sea soberano es necesario, aunque desde luego no suficiente, que sea culto. Y ser culto, no significa tan solo saber un poco de literatura, historia, geografía, filosofía y política, sino saber también algo de ciencia y técnica, o al menos saber que es bueno saber algo de eso”. Bunge confía en el poder racional de la esencia de ciencia y técnica. Y es cierto que hay que ser culto en estas materias sobre todo porque enseñan a pensar y el pensar disciplina la vida como actitud ética frente a lo objetivo. En materia de libertad, cualquiera -si es argentino- nace sabiendo y nadie está dispuesto, precisamente por libertad, a escuchar a nadie.
Jaime Barylko nos confirma: “Ese es el típico falseamiento argentino de la libertad, con el que se autoriza cualquier raíz de corrupción. La corrupción es, en su origen, mental, conceptual. El hombre es un ser mental, todo proviene de la cabeza, el Bien y el Mal. El desequilibrio ético es corrupción ante todo mental, legitimación del egoísmo e ignorancia de la presencia del otro, es decir de la responsabilidad. De esa corrupción esencial -la ética, la mental- brotan como consecuencia las otras corrupciones: económicas o políticas son -aunque enormes en cantidad y repercusión- no más que una parte de un todo que es su base, su razón de ser, su fundamento. Esa corrupción se resume en la definición tácita que el argentino da al término LIBERTAD: Que cada cual haga lo que le plazca”.
Para terminar con Barylko, él señalaba que “Si unos pensaran y otros no, los primeros podrían movilizar a los segundos y despertarlos de sus sueños de omnipotencia. Pero, para felicidad de todos los políticos -las honradas excepciones siempre están contabilizadas- nadie piensa y por tanto la armonía, en este punto, es total y esté el rey desnudo o vestido de carnaval, nadie se da cuenta, porque todos participan de uno u otro ritual, porque por igual, comparten el natural fluir de la vida con la cabeza en la lata”.
Platón quería, por eso, que los gobernantes fueran filósofos, es decir, seres pensantes así también lo formuló Aristóteles, su discípulo, en estos términos: “No debe el sabio recibir órdenes, sino darlas y no es él el que ha de obedecer a otro, sino que ha de obedecerle a él, el menos sabio”. Totalmente lógico y coherente. Los griegos descubrieron que la mente tiene que estar desocupada, en ocio creativo, para ocuparse de temas trascendentes, es decir para pensar. Ocio es tiempo libre, libre de las furias que nos sobrecogen en la lucha por la vida, ambición, poder. Yo, libre de mí mismo, es la suprema libertad. Por eso es que si no hay ética en lo pequeño, tampoco la habrá en lo grande.