Visa compra gigante brasileño, impulsa su negocio de pagos digitales y preocupa a fintechs argentinas
Visa firma acuerdos con fintech, pero la desconfianza por su posición dominante en el mercado de pagos a nivel regional se extiende gracias a Pismo

as autoridades de Defensa de la Competencia están alertadas y ponen la lupa con sus pares regionales en el crecimiento de Visa en el millonario negocio de la banca digital.
Un sector de las finanzas cuyo crecimiento es imparable, al punto tal que los analistas bursátiles coinciden en que ese mercado alcanzará una valoración de u$s17.000 mil millones para finales de la década a nivel mundial, tal como dejó de manifiesto un reporte de la consultora estadounidense, Straits Research.
Visa compra una empresa de Brasil y pone en alerta a las fintech
A nivel regional, el crecimiento es igual de proporcional para el año 2030 y Visa picó en punta para consolidar su posición que algunos analistas comienzan a vislumbrar como dominante. La adquisición de una empresa que respalda esas sospechas y que mantienen en vilo a varios funcionarios de Defensa de la Competencia fue la compra de la procesadora de pagos brasileña, Pismo por u$s1.000 mil millones en efectivo, a mediados de 2023.
Esa adquisición le permitió sumar a su cartera de productos una plataforma completa para el procesamiento de pagos y servicios bancarios. Y, desde entonces no dejó de firmar acuerdo con entidades tradicionales del sector financiero y con fintech, un término que proviene de la combinación de las palabras finanzas y tecnología, y que describe a empresas que ofrecen servicios financieros, aplicaciones y software, que permiten a los usuarios gestionar sus finanzas.
Por ejemplo, vienen de firmar una asociación con los holandeses del ABN AMRO para impulsar la tarjeta de débito BUUT, especialmente diseñada para consumidores de la Generación Z. Una tarjeta que fue rápidamente creada, en tan solo 10 semanas, utilizando la plataforma nativa en la nube de Pismo. O, el banco digital argentino Brubank, que cerró con Pismo, y se convirtió en abril de este año, en el primer cliente en el país de la compañía dominada por Visa.
En Pismo explican que «bancos y fintech utilizan la plataforma de microservicios en la nube para que sus clientes presenten soluciones de última generación y migren sus sistemas heredados a la tecnología más avanzada del mercado». Para Visa todo es ganancia porque Pismo tiene operaciones en América Latina, Asia Pacífico y Europa y avanzan en su objetivo de brindar capacidades básicas bancarias y de procesamiento para emisores de tarjetas de débito, prepago, crédito y comerciales para clientes mediante API nativas en la nube.
Las API (Interfaz de Programación de Aplicaciones) sirven para conectar un software con otro en la nube. Hay API abiertas y cerradas. Es un conjunto de definiciones, reglas y protocolos y su trabajo es permitir que dos o más aplicaciones puedan comunicarse, y por ende que sus productos y servicios también puedan interactuar con otros programas sin que haya necesidad de entender por completo el proceso de la otra. En el mundo fintech es igual a correr en un Fórmula 1 de Ferrari.
¿Posible monopolio en los pagos digitales?: caso Prisma, el antecedente
Tanto poder es visto con desconfianza en el segmento de las fintech y entre aquellos jugadores que integran el ecosistema de pagos digital en el país. En voz baja, comparan la movida regional de Visa al adquirir Pismo con lo que sucedió en Argentina con Prisma.
«La posición dominante en el mercado es lo que preocupa y Visa parece que vuelve a sus andanzas», señalaron a iProfesional en Defensa de la Competencia. Y explican que es posible que con Pismo, Visa no solo lidere el procesamiento de pago en Latinoamérica, sino que comience a limitar el acceso de nuevas empresas y debilite el desarrollo de soluciones locales.
Repasan sus temores explicando que con Pismo, Visa no solo refuerza su control sobre el procesamiento de ventas en América Latina, sino que reproduce una lógica excluyente que amenaza la pluralidad del sistema de pagos, limita el acceso de nuevos actores y debilita el desarrollo de soluciones locales, afectando la competencia y promoviendo la concentración.
Los efectos negativos de esta posible actividad dominante se traducen en un mayor control sobre múltiples capas de la cadena de pagos, desde la emisión del plástico físico o digital hasta el procesamiento de pagos donde Visa podría establecer condiciones y dictar precios.
Estos reparos que circulan por el mundo fintech tienen su antecedente claro y certero en la investigación que desarrolló en el pasado la oficina de Defensa de la Competencia nacional por el caso Prisma, antes Visa Argentina.
Prisma fue un jugador dominante en el mercado y fue el procesador histórico de la marca, propiedad de un consorcio de los principales bancos del país que reunió un poder inmenso durante años cuando los más perjudicados fueron los comerciantes, que enfrentaban comisiones elevadas y plazos de acreditación de sus ventas extensos, y aquellos emprendedores tecnológicos que buscaron ofrecer alternativas al sistema de pagos dominante.
La investigación realizada por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) concluyó que la estructura integrada y la propiedad cruzada de PRISMA generaban prácticas coordinadas, barreras de entrada y una competencia artificialmente restringida y se exigió, durante el gobierno de Mauricio Macri, la desinversión de los bancos accionistas y la reducción progresiva de los aranceles que afectaban directamente a los comercios.
La Comisión ya tiene a Visa y a Mastercard en la mira por otro expediente del año pasado. Prácticas anticompetitivas vinculadas a transacciones transfronterizas que fueron advertidas por la Cámara Argentina de Fintech, que logró medidas cautelares en los Tribunales por la utilización de dos programas que incluían cláusulas leoninas de exclusividad territorial y tarifas altas para algunos operadores.
La revolución de los pagos digitales parece una cuestión consolidada. Sin embargo, se trata de un mercado en expansión y que ofrece enormes posibilidades de desarrollo tecnológico e innovación e inversión constantes que podrían quedar obturadas por prácticas cuasi monopólicas.



