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Tres historias de éxito del mundo de las Empresas B, una forma distinta de hacer negocios

Comprometidas con la medición y gestión de su triple impacto a nivel global, se trata de compañías que ponen el foco en lo humano y lo ambiental por fuera de la búsqueda desesperada del lucro, en medio de un mundo en crisis.

Las Empresas B son compañías comprometidas con la medición y gestión de su triple impacto a nivel global, que llevan adelante prácticas y una visión de que es posible crear «una nueva economía, inclusiva, regenerativa, equitativa». Una forma distinta de hacer negocios, con foco en lo humano y lo ambiental y por fuera de la búsqueda desesperada del lucro en medio de un mundo en crisis.

Como parte de la celebración del Mes de las Empresas B, se presentaron tres casos de compañías de distintas dimensiones, y sus líderes compartieron sus experiencias y desafíos a la hora de cambiar las reglas del juego.

En la previa, Pedro Friedrich, copresidente de Sistema B Argentina, hizo un repaso histórico y subrayó que «nuestro actual sistema económico, diseñado para maximizar la renta y minimizar los costos, se llevó puesto un planeta». «¿Cuánto tiempo vamos a poder seguir así? Probablemente muy poco. Quizá, en dos años, empresas a las que hoy les va bien terminen perdiendo», adelantó.

Para observar el propio rumbo, el empresario propone tres preguntas para las compañías: «Si mi empresa creciera, ¿sería bueno para el planeta? ¿El planeta necesita que mi empresa exista? ¿Estoy en el lugar correcto de cara a la problemática planetaria?». Ante respuestas negativas, sostiene, es necesario cambiar de rumbo a través de la adopción de nuevas prácticas y transformar los modelos de negocio para «no hacer negocio a costa del ambiente».

Por su parte, Marina Arias, directora ejecutiva de Sistema B Argentina, destacó el rol de las empresas como agentes de cambio, ya que tienen la capacidad de trasladar esas modificaciones a clientes y proveedores, además de a sus formas de producir. «Les damos a las compañías herramientas para medir y gestionar su impacto. Se comprometen a mejora continua; no son perfectas pero se comprometen a poner a las personas y al planeta en el centro de sus decisiones económicas», remarcó.

«La empresa es un actor social que genera alto impacto», insistió. «Por eso proponemos preguntarse cuál es el ‘para qué’. Si es solo ganar plata, estamos al borde del abismo. Si es para los otros, para el trabajo, para derribar barreras, para incluir… eso trasciende el porqué».

«Entendiendo que somos parte del problema podemos ser parte de la solución», concluyó.

Agro Sustentable: «Las empresas tenemos que generar dinero pero en ese proceso no vale todo»

Agro Sustentable es una empresa nacional te biotecnología dedicada a la producción de insumos para la agricultura orgánicos de triple impacto. Joaquín Basanta, su presidente, recordó la extrañeza que causaba su propuesta. «‘¿Cómo hacen fertilizantes de triple impacto?’, preguntaba la gente. Sí, existe y se puede hacer», enfatizó.

También se refirió al «complejo proceso de certificación» para ser considerado empresa B, que duró dos años y medio, e invitó a otras compañías a sumarse.

«Somos empresas tenemos que generar dinero pero en ese proceso no vale todo. Que el impacto sea social y ambiental es fundamental», sostuvo.

Zafrán: «Hacemos foco en las personas que quedan afuera del capitalismo extremo»

Nito Anello es fundador de Zafrán, una empresa que propone «mejorar el mundo a través de la alimentación y la inclusión laboral, para potenciar la vida de las personas, eliminar las enfermedades no transmisibles y generar un impacto positivo en el ambiente».

Nacida hace 12 años en una pequeña cocina, fue una de las primeras compañías en obtener la certificación B en el país. «Desde el principio supimos que el foco no iba a ser lo económico como motivo principal», planteó Anello, y, para marcar el contraste, contó que en la facultad donde se recibió de ingeniero industrial «te dicen hay que maximizar el valor de los accionistas».

«Hacemos foco en las personas que quedan afuera del capitalismo extremo. Somos 42 personas, 21 tienen alguna alta barrera de empleabilidad; emigrantes, víctimas de violencia de género, que no saben leer y escribir, discapacidad. Es hermoso ver cómo crece una persona que llegó rota, cagada a palos por años de maltrato», manifestó.

Sin embargo, la vara continúa subiendo. «Siempre siento que falta un cambio más de conciencia. Estamos todo el tiempo cuestionando la forma en la que hacemos las cosas, siempre vas a encontrar un punto donde no estás suficientemente bien», definió.

Unplastify: «Las empresas B piensan los negocios de una manera distinta»

Agustina Besada creó hace seis años Unplastify, una empresa que acelera soluciones sistémicas para evitar la utilización de plásticos de un solo uso y acompaña a individuos, organizaciones, empresas y gobiernos a desplastificarse. «Tenemos un problema con el plástico. ¿Por qué generamos tanto? ¿Qué pasa con lo que no termina en un centro de reciclaje?», planteó.

«El problema no es el material en sí, sino que lo usamos de manera excesiva; utilizamos un material indestructible de manera descartable en para cosas duraderas», lamentó, y expresó que «el reciclaje no es más una solución, menos del 10% se recicla, no da abasto; hay que ir y atacar el consumo».

Besada remarcó que «las empresas B piensan los negocios de una manera distinta». «Es mucho más que una certificación, es una manera de hacer negocios, una comunidad. Certificamos el año pasado, pero siempre nos sentimos parte más allá del sellito», señaló.

Qué son las Empresas B

Las Empresas B se comprometen pública y legalmente a tomar decisiones midiendo y gestionando el impacto de sus operaciones en las personas, comunidades y el medio ambiente. La certificación, otorgada por B Lab, analiza cinco áreas del negocio (Gobernanza, Trabajadores, Clientes, Comunidad y Medio Ambiente) e implica un hito en su camino de mejora continua, garantizando que la empresa rinde cuentas a todos sus grupos de interés y no solo a los accionistas.

En el país hay 220 Empresas B, de 30 industrias y sectores diferentes. En total, tienen una facturación anual de u$s2.029 millones y emplean de forma directa a 23.960 personas.

A nivel global, hay más de 8.400 Empresas B en 96 países que cumplen con altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad y lo certifican a través del sello B. En Argentina, además de obtener un puntaje mínimo de 80 puntos en la Evaluación de Impacto B, las organizaciones certificadas deben definir un propósito y modificar sus estatutos para protegerlo a largo plazo, comprometiéndose legalmente a beneficiar no solo a los accionistas, sino a todas las partes interesadas, como los trabajadores, los clientes, las comunidades y el medio ambiente.

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